Cocina, la del Macareno en La Cañada

COCINA, LA DEL MACARENO. EN LA CAÑADA

 

Aquí hay donde elegir: carne o pescado, frías o de cocina. Difícil que alguien no encuentre su tapa. Puestos a recomendar desde un principio nos inclinamos por las de cocina que son muchas y de gran calidad.

Llegamos temprano y ni por esas. Había mesas fuera pero estaban al sol y todavía no se le puede desafiar. Un camarero, que se movía presuroso, nos aseguró que si esperábamos nos acomodaría; poco después ocupábamos la esquina de la barra con unos taburetes «aplanatraseros».

Las tradiciones pesan lo suyo y en los bares de Almería, sábados y domingos, la paella o, mejor dicho, el arroz y las migas son un comienzo. Pues para que no se pierdan, nosotros, todos, empezamos por el arroz.2017-10-08-PHOTO-00000504 También es una constante que el arroz siempre esté bueno: porque esté bien hecho o porque con el hambre que se llega cualquier plato es bien recibido. El arroz del Macareno estaba bueno, no por los materiales, algo pobres, sino por el sofrito y la cocción, en su punto. Además se sirvió con un trozo de pan blando y limón. El que soltó «no es que tenga mucha hambre» no dejó ni un grano en el plato.

Alguien repitió arroz para la segunda y el resto se pasó a las migas; yo me atreví con la carrillada en salsa con olor y sabor, siendo la base el aceite. Empecé a creer que las mejores tapas eran las de cocina. Las migas se sirvieron abundantes, con boquerones y calabacín.

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De la cocina salieron las siguientes: melva encebollada con un toque justo de vinagre y un tabernero2017-10-08-PHOTO-00000498 sobre pan «pa morirse», auténtico, con la vieja receta, picante, como hacía mucho tiempo que no probaba. Habíamos pedido chipirones y se tomaron la libertad de poner calamares fritos. Salvo con el pescado empezó a ser una constante que la guarnición fuesen las patatas fritas.

Nos regalan un calamar a la plancha; hasta los errores de la cocina nos gustaban. Correspondemos con un bolígrafo al comprobar las dificultades del camarero con el suyo, de esos que escriben cuando les da la gana.

Cuarta: dos de carne y dos de pescado. El kebab de pollo era enorme, hubo que ayudar al compañero, el mismo que aseguraba que no es que tuviera mucha hambre. También de pollo eran unas tiras rebozadas con salsa barbacoa2017-10-08-PHOTO-00000496; para éstas hubo el hambre suficiente. La brótola, una, era fresca y la lechuga venía aliñada. 2017-10-08-PHOTO-00000495Pero quien ganó la partida fue el del bacalao frito que vino acompañado de un pisto casero, mucho mejor que las patatas fritas.

Otro regalo: caballa en escabeche, protagonista el escabeche con su vinagre, cebolla y zanahorias; como lo oyen. Así, la caballa sabía riquísima. Gracias, cocina.

Más de cocina: las croquetas de bacalao, triturado en exceso. Y un huevo a la plancha que se pidió con el pisto que ya conocíamos; si era posible y por favor. La petición se aceptó con agrado y el plato al gusto resultó ser de postín, o sea, recién salido de esa cocina, protagonista absoluta.

¿Los precios? En torno a 2,50 €, la caña 2,30 €  y el vino 2,80.

Ya ven: buen servicio, buen ambiente y, no me canso, buena cocina.

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