EXUBERANTE CAYETANA, ALGO MÁS QUE TAPAS.
CAYETANA, EN PLENO CORAZÓN DE LA RAMBLA
¡Exuberante! Éste fue el adjetivo que mi acompañante dedicó a este prodigio de la restauración almeriense cuando le pedí un calificativo. Pero esto forma parte del final, un final feliz que pidió a gritos ser el inicio del artículo.
Está situado en la Rambla de Belén, avenida Federico García Lorca, para no liarnos si preguntamos está en la «Rambla», a la altura de las Jesuitinas y del IES Celia Viñas. Se sitúa justo en el centro del gran bulevar sin suponer un desastre urbanístico; para ello se construye como semisótano con amplios ventanales que miran Rambla abajo y con una terraza en su techo convertida en mirador privilegiado.
La decoración la protagonizan tres colores: rojo, azul y blanco, colores de las lámparas que cuelgan del techo y de los grandes cubiertos decorativos tras la barra diseñada en U, ofreciendo gran espacio para los camareros y para los clientes. Gran espacio también para las mesas y por si faltasen, un buen número de ellas se disponen en la terraza.
Sorprende ver, en los tiempos que corren, tantos camareros bien coordinados que atienden con presteza a los clientes. El tiempo de espera es casi inexistente, importante teniendo en cuenta que a estos lugares se llega sediento y hambriento, aunque llenos de paciencia que aquí no es necesaria.
En la carta, las tapas se clasifican en siete grupos: las tapas de toda la vida, las tapas de Cayetana, tapas de pepitos y hamburguesas, pescados, tostas, light y tapas dulces. Como para perderse o, peor, no poder decidirse. Mucho mejor oír al camarero que te informa de las tapas recomendadas, platos de potaje, migas o arroces, así como el pescado del día.
¿Por donde empiezo? Si hay tapa del día de olla, no lo dudes; si hay arroz, no lo dudes. En caso contrario déjate aconsejar y toma alguna de las tapas recomendadas.
¿A qué viene lo de exuberante? Pues si a la calidad sumamos la cantidad el resultado será la exuberancia. Así son las tapas de Cayetana: salen de la cocina a todo trapo, abundantes y sabrosas. Probé el arroz, las migas, el pescado del día y las croquetas de rabo de toro. Repetiré visitas y siempre me quedarán algunas por probar porque no podré resistirme a reincidir en mis favoritas.
¡Se me olvidaba! Nos ofrecieron postre y quise rematar, comprobar que en esto iban a fallar. El remate fue de traca, iba a pedir milhojas pero en estas fechas decidí probar la leche frita. Menos mal que trajeron dos cucharas porque la leche frita no venía sola sino regada con dulce de leche y escoltada por arroz con leche y helado de chocolate con nata. ¿Hay quién dé más?
Sería una lástima que un bar con todos estos alicientes y el buen hacer gastronómico empezase a decaer por perder efectivos y, con ellos, la efectividad demostrada. Espero que la profusión de camareros no haya sido cosa de unos días, los de la Semana Santa.
Un diez al servicio, un diez a la cocina, otro a la diversidad y otro a la generosidad.