ADRA, BUEN TAPEO A UN PRECIO INMEJORABLE.
Puede que alguien piense que hemos metido aquí un tema que debiera estar en un blog de agricultura. Ahora me explico.
Nos planteamos si era una buena idea ir de tapas por Adra. Nos vinieron recuerdos de otros años en los que pasábamos el verano allí. Enseguida estuvimos de acuerdo en que la idea no era buena sino excelente. A continuación salieron los nombres de los bares de aquella época y el interrogante de si seguirían abiertos.
DE LA LARGA LISTA ESCOGIMOS TRES: COINES, LA GRANJA Y EL PAJAR.
El primero se encontraba cerrado, seguramente porque era su día de descanso. Tomamos el Paseo de los Tristes y en la esquina con el Paseo Marítimo encontramos El Pajar, situado inmejorablemente junto al puerto y la playa de San Nicolás. Todo está igual que antes, un amplio salón con mesas y, al fondo, una barra en forma de U comunicada con la cocina.
Bueno, todo no; esperábamos encontrar el bullicio normal a esa hora del mediodía y no fue así, hasta el punto de pensar que estaba cerrado. Nos convertimos en los únicos clientes y nos sentimos incómodos por la falta de costumbre. Pueden imaginar que fuimos atendidos como reyes.
Temimos que la larga lista de tapas que se exhibía en una pizarra pequeña fueran patrimonio exclusivo de la pizarra. Comprobamos que existían en la cocina. Se trata de ese prejuicio tan extendido de que si en un bar o restaurante no hay clientes es que dan muy mal de comer o que si en uno de carretera no hay camiones mejor pasar de largo. Un profesional una vez contó, que van a aquellos en los que hay sitio para aparcar. No aquellos que dan buena comida.
El caso es que en el tiempo que estuvimos allí no entró nadie más. Aparte de esto nuestra estancia fue normal: nos atendieron bien y nos gustaron las tapas de cocina y de plancha que pedimos. Empezamos con pulpo en alioli y pulpada, los dos muy correctos de sabor, destacando la pulpada; la jibia a la plancha estaba en su punto, jugosa; el cazón era fresco, se deshacía en la boca y estaba magníficamente sazonado, contraviniendo la moda de cocinar sin sal.
Nos fuimos intrigados con la falta de clientes pero podemos asegurar que no se debe a una mala cocina.
La Granja ejercía su buen hacer en la plaza del ayuntamiento de Adra pero ya sabíamos que ahora se encontraba en la calle Jumilla.
Como imaginábamos, aquí los cambios serían radicales. Así fue, tanto que si quisiéramos encontrar alguna similitud no podríamos. Toda la decoración y los materiales empleados, todos de buen gusto, buscan convertirla en un mesón antiguo. Y lo consiguen aunque creo que se han excedido.
Tienen una terraza exterior, el interior con dos plantas, una para la cocina, la barra y algunas mesas y en la segunda un amplio comedor. El ambiente, con luz indirecta, era muy agradable. Aquí sí había muchos clientes y personal suficiente para atenderlos.
Lo que veíamos salir de la cocina nos parecía espectacular. A pesar de haber una carta fácil de consultar, el camarero nos recitó una larga lista y pedí lo último porque era de lo único que me acordaba, boquerones. ¡Bendita mala memoria! pues me los presentaron abiertos y sin raspa, bien fritos y calientes, de aspecto inmejorable y de hechos superiores. Ya ven, unos simples boquerones convertidos en algo más. Mi acompañante recibió bacalao frito, muy contenta ella me dijo que era «bacalao, bacalao»; a mí me quedó claro y a ella le pareció poco.
Por eso mismo pidió tortilla de bacalao y triunfó porque la tortilla liada se cocinó con ajo, perejil y el consabido bacalao y se presentó sobre tosta y rodaja de tomate. Por mi parte volví a intentarlo con el pescado, esta vez bacaladilla, sin raspa y bien frita. No hubo tiempo para más, así que hablamos de volver con refuerzos y para probar las especialidades de pulpo seco y pulpo a la brasa entre otras.
El camarero, un profesional atento y detallista, nos sacó de dudas asegurando que se trataba de la misma Granja de antes.
Y, hasta ahora no hemos hablado de precios: nos resultó sorprendente que cada servicio costara 2 (dos) euros; comparado con el precio de igual servicio en otras localidades se trata del más barato.
Dimos un paseo por Adra echando de menos otros bares. El Alfonso, ya desaparecido, o La Isla, famosa por sus especialidades de pulpo y reconvertida en cafetería.
Quedamos citados para visitar otros bares de antes y de ahora en Adra.