La pizarra de un bar

Pizarras de bares

¿QUÉ NOS INVITA A ENTRAR EN UN BAR?

Respuestas múltiples se me ocurren. Un apretón, el hambre, la sed, una cita, el frío, una tertulia, la música, el servicio, la cocina, la decoración, el ambiente, que está de moda…

Menos frecuente es que lo que nos atraiga sea su nombre en letras de neón o que haya un tipo en la puerta que casi te agarra de la mano para que entres mientras canta las excelencias de la casa; o que la llamada esté escrita con tiza en una pizarra con la publicidad de la cerveza o del refresco.

La pizarra, imprescindible en un aula, es lo más mirado en un bar. Cuando el bar la saca a la calle quiere que le sirva de publicidad y lo que escribe en ella debe hacer reír, sorprender, convencer o , simplemente pretende informar sin más.

no me refiero a la pizarra que contiene la relación de tapas y platos sino a la que lleva escrito un mensaje atractivo, que llama la atención por su originalidad, su sentido del humor o la sorpresa que produce.

¿Qué pensarían de un bar que exhibe en la puerta una pizarra orientada a la dirección del viandante y futuro cliente en la que le suelta de sopetón: «No tenemos wifi, prueben a hablar entre ustedes»? Ahora, en los tiempos que corren, cuando precisamente se ofrece la wifi como reclamo.

Pensaríamos, tal vez,  que es un bar que no quiere perder las tertulias de antaño, no quiere dejar de ser punto de encuentro para amigos que hablan a la antigua usanza, teniendo al lado al interlocutor; ¡qué cosas!

Pensaríamos que es un bar que busca clientes que pasan de las nuevas tecnologías, de las que han quedado descolgados por razón de edad, de comodidad o de rebeldía.

Pensaríamos que es un bar que ya tiene una clientela consolidada y que sigue considerando un valor la relación social que no pasa por las redes sociales.

Pensaríamos que es un bar que pasa olímpicamente de la tecnología y del marketing, que quiere morir sin someterse y siendo lo que fue.

Pero entraríamos, entraríamos para comprobar si merece la pena, si lo que es ha de mantenerse en toda su pureza o si, por el contrario, no es más que un esnob suicida al que le cuesta disimular.

He aquí una pizarra con mensaje pedagógico:

«Un café 2’80 euros

Por favor un café: 1’80 euros

Buenos días, cuando puedas me pones un café: 80 céntimos.»

Obviamente el precio del café será el mismo sea cual sea la forma de pedirlo. Pero el bar  pone de manifiesto su filosofía. La educación y el respeto nunca están de más y han de ejercerse sin esperar más recompensa que la reciprocidad.

Esta otra pide con exigencia, o lo parece:

«No se permiten prisas, la comida no viene en lata»

No tiene en cuenta que en la cocina se vive permanentemente con prisas, que todos comen en una misma franja horaria muy corta, que el hambre no entiende de esperas sobre todo si se tiene poco tiempo para comer.

Pero si lo advierte previamente, el que entre ya sabe a lo que se atiene.

Esta pizarra se pasa de graciosa y no es, en absoluto, original:

«Compra una cerveza por el precio de dos y recibe la segunda gratis».

Me recuerda esta otra que ha llegado a ser un clásico: «Hoy no se fía, mañana sí».

Jugar con lo evidente se hace como gracia pero no puede evitar que alguien se sienta tomado por tonto.

Esta pizarra promete una cerveza comparándola. Las comparaciones suelen ser odiosas o poco afortunadas pero ésta se basa en algo muy actual y que se repite con demasiada frecuencia:

«Cervezas más frías que el corazón de tu ex». Independientemente de lo logrado o no de la comparación habría que mirar si es una buena forma de invitar a entrar; por lo frías sí, por lo otro puede tener el efecto deseado o el contrario.

Pizarras de bares

Abundando en la cerveza fría, esta comparación me parece más realista: «Tenemos la cerveza más fría que el culo de un pingüino»

La pizarra que sigue está ocupada de arriba abajo:

Botellín de cerveza + aperitivo + vaso de agua + servilletas de papel + palillos + prensa del día + uso del baño + charla psicológica + TV gratis + información de la dirección: TODO POR 1 euro».

No exageramos cuando decimos que el bar es tu segunda casa, el lugar perfecto por un precio módico. A todos esos servicios añadan que en él se puede estar calentito o fresquito. Mensaje explícito, pleno de verdad y que pone de manifiesto el servicio personal y social que ejerce el bar.

Pero los hay con mala follá y están hartos de que entren para cualquier cosa excepto para tomar algo y ponen una pizarra disuasoria: «No hacemos fotocopias, no hay libros de texto, sellos en el estanco y no, no tenemos cambio».

Vamos a dejarnos de meter miedo o de poner malas caras para conservar el planeta. Esta sí que es una buena razón: «Salvemos la tierra, es el único planeta con cerveza»

Para adorar a la cerveza se pueden dar muchas razones: «Es necesaria para que la sed merezca la pena»

Alguien dijo que con un punto de apoyo movería el mundo; ¿quién necesita mover el mundo? Miren como piensa un sediento: «Dadme un punto de apoyo y me beberé otra cerveza»

Y de la cerveza al vino, utilizando la rima y la polisemia para promocionarlo: «Si al mundo usted vino y no toma vino, entonces ¿para qué vino?»

Quien tiene buen vino puede ofrecerlo así: «En esta casa sólo el vino recibe más atención que el cliente»

Otra razón convincente para beber sin mala conciencia: «Poco bebemos para lo mucho que hay que tragar»

Hay bares que buscan clientes de todas las edades y lo motivan así: » La edad sólo es importante si eres un queso o un vino».

Los hay que se ofrecen como guardería para maridos: «¿Se pone pesado, te molesta, necesitas un respiro?, deja aquí a tu marido y recógelo más tarde. Nunca hemos perdido a ninguno»

Otras pizarras hemos encontrado con mensajes más cortos y menos elaborados, rotundos o que venden algo muy concreto.

Rotundo: «Hay de to». Para todos, busquen lo que busquen. Entren y comprueben.

Que vende: «Hay hielo frío». Para los días de botellón.

No podemos dejar que ésta, botellón, sea la última palabra. No por lo que pueda tener de vulgar o despectiva, sino por representar la antítesis de lo que es un bar. En el botellón se actúa con prisa, prisa para preparar la bebida sin medios, prisa para beber a traganudos y embotarse por los efectos de un alcohol excesivo, de ínfima calidad y sin tiempo para poder aguantarlo.  En un bar se departe con calma, saboreando la bebida y la tapa, se toma una copa o dos sin prisa, se controla el volumen y la calidad del alcohol, la luz es directa y no dispersa como la de la farola y se puede dejar la chaqueta colgada del perchero.

Proponemos que enviéis mensajes similares que hayáis encontrado en otras pizarras y que os hayan llamado la atención por algún motivo. Gracias por colaborar.

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