La Cuqui tuvo su origen en Balerma. Hasta allí se desplazaban los ejidenses en busca de sus excelentes paellas y del pescado fresco.
Hace unos años se trasladó a Almerimar, estableciéndose en uno de los chiringuitos que el Ayuntamiento construyó a lo largo del Paseo Marítimo. Y de ahí a su actual emplazamiento en la primera dársena del puerto.
Dispone de dos amplias terrazas, una de ellas cubierta dedicada a mesas de restaurante. En la otra, al aire libre, se puede pedir unas tapas.
En esta última nos instalamos cómodamente. Nos recibieron con una ensalada de tomate, pepino mini y aceitunas; de cortesía.
La especialidad de la casa sigue siendo la paella, así como la fritura de pescado. Coincidimos todos en pedir calamares fritos que nos sirvieron en platos comunes, dos a dos; bien fritos estaban aunque sosos.
Para la siguiente no limpiaron la mesa. Nos sirvieron unos boquerones bien fritos y, siguiendo la pauta, sosos y abundantes. Podemos decir ya que todas las tapas son generosas y bien presentadas. También jibia en salsa, que no era otra cosa que una fritada de tomate, pimientos y cebolla, muy rica, más que la jibia que estaba algo dura; acompañada de patatas fritas finamente cortadas. Y lomo con alioli en pan chapata muy tierno pero algo grande para el tamaño del lomo.
En la tercera sirvieron una ensalada de cangrejo con piña, mayonesa, verduras y un toque de vinagre de módena; la piña y el vinagre le prestaban el sabor ácido que constituía gran parte de su atractivo. Y carne con tomate, presentada así pero servida con cebolla y pimiento; nos pareció la misma fritada de la jibia con más tomate.
La cocina trabajaba con rapidez y los camareros estaban atentos. Eso sí, deseosos de recoger las mesas, lo que hicieron estando nosotros aún sentados en una clara invitación que cogimos a la primera y entendimos, en parte, teniendo en cuenta que habían soportado una larga jornada. Sólo en parte.