EN UN ALMERIMAR LLENO HASTA LA BANDERA RESULTA DIFÍCIL ENCONTRAR UN SITIO PARA TOMAR UNAS TAPAS RELAJADAMENTE.
También depende de la hora, claro. Nosotros salimos a esa hora imposible y, encima, queríamos ir a comprobar si La Tapería era tan buena como muchos pregonan.
Está situada en el 16 de la calle Mar de Alborán, cerca del varadero y de donde empieza el paseo marítimo de levante. Tiene un interior con adornos marineros, varias pizarras, carteles con información y toneles que hacen las veces de mesa. La barra es larga, con espacio para los camareros que corren por allí en busca de la cocina, amplia y de puertas abiertas; allí se afanan varias personas dando avío a tanta demanda.
Salimos a la terraza de La Tapería y a pesar del gran número de mesas ninguna exhibía el cartel de libre. Desistíamos de nuestro empeño cuando avistamos un hueco en la barra con dos taburetes. Para mí era perfecto, pienso que los clientes de la barra son los mejor atendidos. Por ésta u otra causa la atención fue rápida y correcta.
LA TAPERÍA PRESUME DE SU ESPECIALIDAD EN PULPO Y LO OFRECE EN TODAS SUS VARIANTES.
Desde el pulpo seco hasta el pulpo encebollado pasando por el alioli, la vinagreta, a la gallega y en fritadilla. Y por ahí empezamos, lo pedimos con alioli, sabroso y suave, y en vinagreta a la que faltaba vinagre; esto es lo que ocurre cuando se intenta desvirtuar algo para hacerlo universal.
A continuación nos sirvieron cazón frito, tapa generosa a la que faltaba sal pero no una guarnición para dos gustos. Yo mismo me digo que estoy muy quisquilloso. Y albóndigas en salsa con patatas fritas; a éstas no les faltaba de nada, incluso las patatas eran caseras. ¡Qué albóndigas! Diré que se trata de una obra de arte y así no me extiendo; ojalá fuese capaz de describir como saben pero sí aconsejo que no dejen de probarlas.
Todavía no les he hablado del pan, tierno y presente en todos los platos. Un buen detalle que los mejora aún más.
Nos llamaron la atención las croquetas de codillo, tapa generosa con guarnición original mezclando las patatas , la salsa y el pulpo, como original era el sabor de las croquetas conseguido por la combinación de especias.
Si la salsa de las albóndigas mereció la mayor puntuación, no quería dejar de probar el magro al ajillo. Resultó una tapa de matrícula de no ser por haber probado antes las albóndigas; la carne estaba tierna y la salsa destacaba por ser la tradicional, la que recordaba, aunque faltaba su pizca más de sal y de pimienta.
No fue ésta nuestra primera visita. En otra ocasión llegamos tan tarde que la cocina había cerrado y sólo pudimos probar tapas frías; de aquella ocasión recuerdo las anchoas en aceite; para enmarcar.
Nos fuimos satisfechos y coincidiendo con los que pregonan las excelencias de esta casa. Aquí quedan nuestras opiniones y nuestra enhorabuena a la cocina.