BAR LA ESTRELLA, TRATO FAMILIAR Y TAPAS CON FUNDAMENTO.
Centro de Almería. Puerta Purchena. Plaza del Carmen. Allí, el bar La Estrella exhibe una fachada típica de la Almería antigua de los siglos XIX y XX. Su puerta y dos balcones de gran altura ofrece luz a su interior y vistas desde el mismo. Éste es su primer encanto, ofrecerse como un bar con carácter y sabor añejo.
La primera impresión predispone para lo que está por venir. A mí me gustó y me siguió gustando. Si te reciben bien y te atienden rápido te han ganado. Así sucedió.
Lo que vino después fue sorprendente; de verdad, yo no esperaba tanto. Lo que voy a describir son unas tapas bien preparadas con un toque propio que agrada y sorprende, una forma de hacer y presentar que se remonta a cuando mandaban los cánones, pero sin renunciar al sello propio.
Para empezar me cuentan sobre el rótulo de la fachada que anuncia la cerveza portuguesa «Super bock». Fue un vano intento de ofrecerla pues casi nadie la pedía.
Me elijo una hamburguesa con acierto. Con cebolla, lechuga, huevo de codorniz y queso curado. ¡Imponente! Ahora que escribo me queda demostrado que la memoria guarda sensaciones de todo tipo, cierro los ojos y revivo la escena, me parece corta y la rebobino y reproduzco hasta convencerme que nunca será igual que en aquel momento.Temo equivocarme con la segunda, pero estoy en racha. Me pido berenjena; esta es una tapa con la que soy especialmente crítico, han querido transformarla tanto que la han desvirtuado. Aquí son honrados, como ella misma. La presentan frita, redonda, finita, y sin restos del aceite que le dio forma, con su piel y tiritas de pimiento frito poniendo la nota de color, el perejil almeriense. Más que tapa, tapaza, una ración en toda regla. El camarero, hijo del cocinero, nos dice que su padre había puesto más cantidad para que pincháramos yo y mi acompañante.Estando donde estamos, ¿quién no se pide un clásico? Un lomo. Al ponerlo sobre la mesa levanto la mano, el camarero se vuelve y le digo que se ha equivocado, me saca de mi empeño y me convenzo de que entre lechuga, huevo, cebolla y pimiento hay un lomo a la plancha; y acompañando unas aceitunas partidas. Otro acierto, estoy para jugar a algo que tenga bote.
Tengo que ser más crítico, me han pillado con hambre, debe ser eso. Por fin encuentro una pega, el pan, con eso soy intransigente. El pan no era del día, no estaba tierno y, seguro, desmerecía las tapas que, con un pan recién hecho, hubieran provocado el desmayo. Pero lo que se ofrece en La Estrella es más que correcto y por un precio justo, de los más baratos en el centro de Almería.
El servicio correcto, amable, familiar, dedicado a su gente y a su satisfacción, sin duda uno de esos bares a los que ser asiduo.