Plancha, lo que se dice plancha, pocos bares la siguen utilizando en Almería. Lo que era común a todos ha quedado para unos pocos.
Esto se hace más acusado si hablamos de pescado. Pues bien, buscando precisamente pescado a la plancha para un régimen que no quiere prescindir de la salida a tomar unas tapitas, lo encontramos en el bar que más multitud acumula en los días festivos o en el fin de semana: el «Entremares» de la calle Las Tiendas.
Quizás porque se lo habían dejado todo en el foráneo «black friday», ese domingo se veía poca parroquia. Nos buscaron una mesa en el comedor, lo que hubiera sido impensable otro día cualquiera. Nos atendió un camarero con la «follá de un bombero» que con chulería y desdén nos tomó nota.
Los chipirones bien, gracias; la cazuela de pulpo tampoco se quejó. Pero el jurel a la plancha llegó crudo. ¿Quién se lo decía al camarero? Pues la doliente lo llamó varias veces y pidió que se lo pasaran. Trajo uno nuevo hecha la digestión del pulpo y los chipirones pero éste estaba en su punto.
El pepito de calamares con alioli y patatas fritas estaba » de olé»; los calamares y los chopitos a la plancha, abundantes, venían sobre una «cama» de col.
Capítulo aparte merece el vistoso crujiente de gamba, en singular, minúscula y perdida entre una masa bien rematada con lo que parecía una cuerda liada alrededor. ¿Sería para que no escapase la gamba? Muy improbable pues estaba bien resguardada en su prisión, casi imposible de acceder; venía asimismo en cama de col adornada con vinagre balsámico.
Aquí tienen la carta por si quieren echarle un vistazo. Verán que pescado no falta, incluso a la plancha.
Los precios, los que están en uso por este frecuentado barrio: 2,50 € de media. A nosotros nos gustó mucho y si no hubiera sido por el camarero que nos tocó en suerte habríamos seguido probando.
La próxima vez nos ponemos en la barra aunque sólo sea por la cercanía con el camarero y, por tanto, la rapidez en el servicio.