Cinco en Bélgica (Domingo 9)

Dedicado a Brujas. Le dimos al tren otro voto de confianza pero esta vez cambiamos de estación y, partiendo de Gare du Nord, nos trasladamos a la ciudad situada a 95 Kms. Gran idea de EJ que nos permitió ir sentados. Dos revisoras, una risueña, otra inquisitiva, pedían los billetes. MR los entregó poniendo cara de sueño, como si desde ayer esperara este momento; los demás mirábamos con qué habilidad, sin pensar, la joven dejaba a la maquinita leer y agujerear dando el visto bueno. La «mala» nos miró interrogante y señalamos a MR, la única culpable en caso de problema; A rezó por ella innecesariamente, aunque nunca viene mal.

Al igual que Gante, Brujas daba la impresión de vivir la Edad Media. Sus canales la hacen semejarse a Venecia salvando las distancias. Por supuesto las calles empedradas y uso del neerlandés en exclusiva para todo tipo de indicadores. Tantos o más turistas que en Gante hacen parecer a Brujas aún más pequeña de lo que es.

Las calles absorbían difícilmente un tráfico de automóviles, bicicletas y coches de caballos, todos apartando a turistas convencidos de que había que estar ojo avizor pues sufrir un atropello es más que una posibilidad.

El conjunto monumental es impresionante: la iglesia de Nuestra señora, la más alta, se encontraba en obras; la Plaza Mayor celebra un mercado los sábados, un día tarde para R; la torre Belfort puede subirse y utilizar como mirador; el Ayuntamiento del siglo XIV y tantos otros. Las mismas casas, muchas sin habitar, resultaban por sus fachadas reliquias de la época.

Empezamos a sentir el cansancio acumulado de tres días sin parar. De pronto la modernidad, un McDonalds en edificio de tres pisos y escasa fachada. En el tercero EJ encontró alivio para su vejiga. R lo buscó igualmente con EJ de guardaespaldas. Ni que decir tiene que volvió con los labios de «enhorabuena».

Los demás, sentados en un improvisado banco, contemplábamos el espectáculo que una chiquilla montó a su madre por una pataleta de esas de no saber qué se quiere. Para la madre una medalla al valor, a la paciencia y a la firmeza.

El cansancio llevó al aburrimiento. EJ deambulaba sin poder estarse quieto y chinchando; según R es «periactivo». Su ir y venir observándolo todo le hizo llegar a la conclusión de que las conductoras de carricoches son chicarronas del norte y que las belgas tienen papada.

Como en Gante los canales se utilizaban para contemplar la ciudad desde ellos y, desde luego, se circulaba más tranquilo, bucólicamente si se comparaba con tierra firme. En ésta las tiendas de souvenirs se sucedían ofreciendo los mismos artículos. Y entre col y col, tiendas de chocolate y museos de cerveza. Compramos imanes, dedales y una gorra.

R entró en una tienda artesanal y terminó comprando una pulsera de ganchillo con adornos florales. Tantos piropos echó al trabajo del artesano que éste, agradecido, le dio la «enhorabuena» por su buen gusto en un castellano aceptable. Lástima que no reparase en su barra de labios, habría vendido más.

Comida rápida  y regreso en tren, el descanso del guerrero.

Por supuesto que a lo largo de los días íbamos probando diferentes marcas de cerveza, aun sabiendo que nos quedábamos lejos de saborearlas todas. Como lo prometido es deuda regresamos al centro para visitar, al fin, el muy recomendado Delirium como la mejor cervecería de Bruselas, un pub que presume de poder ofrecer a su clientela más de dos mil marcas de cerveza diferente, de todos los países,  y de ostentar por ello el record Guiness. Al ser temprano estaba más despejado que el sábado y pudimos sentarnos. Unas muescas más sin pretensión de agotar el trabajo. ¡Ah!, no las pidas sin alcohol porque te mirarán raro.

La dificultad para encontrar un restaurante abierto para la cena nos recordó que era domingo. La odisea acabó en un irlandés. La comida muy buena, a pesar de su simpleza y las hamburguesas increiblemente gruesas, tamaño 5XL. R practicó el inglés al pedir la cuenta pero el camarero, a su vez, quiso practicar el español. Risas antes de pagar.

Mañana más risas y más cerveza.

 

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