El Honor

RoAndCo_Honor_Branding_01-1299-xxx_q85Se trata de un valor en desuso, trasnochado y que movería a risa si el concepto llegara a utilizarse para lo que se utilizaba antes, hace siglos o hace unas décadas.

Ser una persona con honor, honorable, era para muchos más importante que la propia familia. Lavar el honor cuando se ponía en duda o quedaba manchado implicaba a veces exponer la propia vida en duelos y enfrentamientos.

Dar la palabra sin más era una cosa, dar la “palabra de honor” era otra. Mediante ella se llegaban a acuerdos que no requerían documentos escritos, ni siquiera testigos. Faltar a ella suponía perder la confianza de todos los del entorno. A partir de ese momento tu palabra no servía para nada.

El honor nunca ha sido patrimonio de una clase social en exclusiva, sino que ha sido la propia persona la que lo ha llevado a gala libremente. Algunas asociaciones e instituciones, educativas y militares sobretodo, han creado su propio código de honor y lo han impuesto a sus miembros mediante tribunales de honor que sancionaban a los miembros que lo quebrantaban.

En la actualidad el honor es un derecho asociado a la intimidad, es el prestigio que no puede perderse por ser revelados públicamente datos personales y familiares; es el derecho a la protección de datos que llega a estar protegido legalmente e incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero la ley, hecha para proteger, lo hará también con las personas que ocultan actos por los que serían repudiados y perseguidos si llegaran a conocerse.

Se comprueba así que la ley confunde o mezcla el honor y la honra, distinguiéndose el primero por la libertad del individuo para asumirlo y respetarlo sin la intervención de otras personas que se regalan normas con la intención de protegerse unos de otros, lo que implica desconfianza y ausencia del honor libremente adoptado, no impuesto.

Cuando saltan a los medios de comunicación los casos de acoso, escolar o no, se habla de la ausencia de valores en general, pero no del origen de todos: el respeto a uno mismo y al próximo. No se respeta el acosador, por demás cobarde al rodearse de otros de la misma mala condición, como tampoco respeta al acosado que, erróneamente, mantiene en secreto la situación por miedo a empeorarla. Esa falta de ganas de respeto no es sino la falta de honor.

El honor es la palabra dada que no admite dudas, es la mano extendida que firma y sella el acuerdo o el compromiso, es el comportamiento respetuoso incluso en casos que implican meterse en problemas, complicarse la vida; es la intervención en demanda de reparación de daños materiales o morales, es el vivir con la conciencia muy tranquila, es la exigencia de la buena conducta, es el mostrarse sin miedos ni ambages, es la obligación de servir de ejemplo.

Cabe preguntarse si el honor forma parte de la persona desde la infancia o si desde ella debe recibir una educación que tienda a la adquisición de valores antes de la adquisición de conocimientos. Hoy la educación es información, el profesor no quiere ser educador, los padres la confían a los demás por miedo a pasarse o no llegar y que las instituciones, sancionadoras, los demanden.

Es verdad que los niños son esponjas y que tienen donde empaparse, que su camino deben elegirlo por sí mismos. También es verdad que en medio del camino suelen encontrarse perdidos y necesitan una mano de confianza, una palabra de honor.

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