No te rindas (17) E

Le gustaba desarmar los juguetes y las partes. Cuando intentaba recomponerlo siempre le faltaban …, le echaba la culpa al robot de limpieza que andaba aspirándolo todo sin hacer .
Su madre las y le enseñó a ponerlas en una … de zapatos. Ahora le sobraban y no tenía a quién culpar.
-Te compraré otro que tenga menos piezas – le prometió su madre pero él quería  con este.
Era un todoterreno sin techo de color , no le faltaba detalle. Su padre lo armaba cuando él se y lo dejaba solo pero no le daba ningún truco, algo que le orientase y empezaba a desesperarse al tiempo que sentía una … urgente de ganarle la partida al resistente vehículo.
Un día lo consiguió pero estaba  a la patrulla canina y no supo cómo lo hizo ni disfrutó de ello. Lo intentó de nuevo y, al fallar, guardó el juguete.
-No te rindas – le dijo su padre – siempre te sobra una pieza, la misma, y es porque debes ponerla  que otra.
-¿Cuál?
Pero su padre no seguir ayudándole, él se enfadó y fue a … con otros juguetes.
-Sabia que te ibas a rendir.
Su padre sabía cómo hacerle sentirse pero aún tardó un rato en …, intentarlo de nuevo y fracasar.
-Ya lo conseguirás – le .
-¿Y si no?
Lo consiguió, claro, y no tardó mucho, su padre se  más que él.
Palabras para completar el texto:
acumular – alegró – amarillo – animó – antes – atento – caja – ceder – conseguirlo – excepciones – mal – necesidad – ocuparse – piezas – quiso – recuperaba – rendía.
 
Texto completo:
Le gustaba desarmar los juguetes y acumular las partes. Cuando intentaba recomponerlo siempre le faltaban piezas, le echaba la culpa al robot de limpieza que andaba aspirándolo todo sin hacer excepciones.
Su madre las recuperaba y le enseñó a ponerlas en una caja de zapatos. Ahora le sobraban y no tenía a quién culpar.
-Te compraré otro que tenga menos piezas – le prometió su madre pero él quería conseguirlo con este.
Era un todoterreno sin techo de color amarillo, no le faltaba detalle. Su padre lo armaba cuando él se rendía y lo dejaba solo pero no le daba ningún truco, algo que le orientase y empezaba a desesperarse al tiempo que sentía una necesidad urgente de ganarle la partida al resistente vehículo.
Un día lo consiguió pero estaba atento a la patrulla canina y no supo cómo lo hizo ni disfrutó de ello. Lo intentó de nuevo y, al fallar, guardó el juguete.
-No te rindas – le dijo su padre – siempre te sobra una pieza, la misma, y es porque debes ponerla antes que otra.
-¿Cuál?
Pero su padre no quiso seguir ayudándole, él se enfadó y fue a ocuparse con otros juguetes.
-Sabia que te ibas a rendir.
Su padre sabía cómo hacerle sentirse mal pero aún tardó un rato en ceder, intentarlo de nuevo y fracasar.
-Ya lo conseguirás – le animó.
-¿Y si no?
Lo consiguió, claro, y no tardó mucho, su padre se alegró más que él.

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