¿A qué hora tienes la consulta?
No se sabe a ciencia cierta. El médico puede llegar tarde por causas justificadísimas que no ha de explicar a nadie; así que todas las citas irán con retraso. No programes nada si vas al médico. Mejor hazlo cuando salgas de allí.
– ¿De qué compañía es usted? – pregunta la avezada enfermera.
Respuesta 1: – No tengo seguro
– Puede venir mañana mismo. Si es urgente puedo «meterlo en un hueco».
Respuesta 2: De Asistencia Médica (por ejemplo).
– Dentro de dos meses. No, no puede ser el viernes (por ejemplo). No, no puede ser a esa hora.
O la compañía paga muy mal cada acto médico o éste cobra en exceso al paciente que atenderá con todo detalle y el tiempo necesario.
– ¿Qué le pasa? Cuénteme
El paciente se explaya contando sus cuitas mientras el galeno tira de receta y va escribiendo al tiempo que oye aquel rollo incesante. Ligera explicación sobre la causa de todos sus males y ahí va lo que debe tomar sin interrumpir el tratamiento.
– ¿Cuándo vuelvo?
– Caso 1: Vuelva mañana con los resultados.
– Caso 2: Deje los resultados a la enfermera. Vuelva dentro de un año. Pida cita tres meses antes. Ya sabe.
El enfermo se va mucho más tranquilo en busca de la farmacia más cercana.
– No lo tenemos. Podemos encargarlo – le dicen allí.
Esa es buena señal. Quiere decir que el médico está al día y ha recetado lo último que ha salido del laboratorio. O que es tan bueno que se agota muy rápido. Vale, que lo encarguen.
– ¿Vas al «vampiro»?
– Debo hacerme un análisis. De sangre, de orina… Completísimo. Fíjate que algunas pruebas las mandan a Barcelona. Tengo que ir en ayunas y tal y tal.
¿Por qué se cobra tan cara una consulta médica?
Tenemos miedo. No podemos prescindir del médico que, a veces, se limita a escuchar y dar consejo. No hay tiempo ni aliciente para explorar siquiera. La sala de espera está llena. «Rápido, rápido, he quedado a las siete». ¿Están enfermos realmente? La mitad son hipocondriacos y la otra se alarmó ante cualquier dolor u otro síntoma y necesita asegurarse de que no tiene nada malo.
Por lo general, el médico, en la consulta, no utiliza ningun medio. Todos los que utilizaba quedaron obsoletos y se mostraron inseguros e ineficaces. Los medios diagnósticos modernos se centran en los hospitales y los médicos los comparten, decidiendo intervenir cuando se descubre la enfermedad.
Hoy, la auténtica medicina se ejerce en el quirófano y, si éste no es posible, con la química y la radiología. Pocos enfermos pueden pagarla y para ello existen, realmente, los seguros médicos y la medicina pública.
Volviendo a la consulta y, por hacer un símil, la sala de espera, con revistas que no lee nadie por estar todos ocupados con su móvil, es el preoperatorio y la farmacia el posoperatorio.
Llegará el día, si no ha llegado ya, en que las consultas se cierren. Los «enfermos» escribirán los síntomas en el buscador de internet que lo derivará a la página adecuada. El propio «enfermo» valorará la información y aventurará un diagnóstico decidiendo qué hacer.
Las únicas consultas que proliferarán serán las siquiátricas. Allí el enfermo, en cómoda postura, soltará lastre hasta que llegue la hora y sentirá ligero el bolsillo y ligera la cabeza.
La medicina ha elegido el camino de la tecnología y la investigación, justo cuando la medicina natural ha recuperado su perdido prestigio y empieza a ofrecer cada vez más productos inocuos y eficaces a un tiempo, sin los temidos efectos secundarios. Siempre es bueno tener donde elegir. Lo importante es elegir bien o dejarse llevar por la persona que le ofrece confianza, que bien puede ser el médico atento a lo que le contamos.