Érase una vez… (VII)

adivina     Tras el desayuno se encontró frente al bosque. Se preguntó en qué momento había sucedido, se culpó, se llamó de todo. Pero allí estaba, sin falta.

– ¿Sabes la respuesta?

– No, aún no. – Su voz le traicionó, sabía que lo habían descubierto; incluso llegó a sospechar que la primera vez también lo habían sabido. El caso es que tenía que evitar, de cualquier forma, entrar en aquel horrible lugar.

– ¿Estás seguro? – preguntaron con ironía.

– No tengo ni la más remota idea. No he podido dormir, con eso lo digo todo.

– Tómate más tiempo. Ahora puedes entrar

Su truco no iba a dar resultado pero siguió intentándolo.

– No creo merecerlo. No hasta que sepa la respuesta. Eso es lo justo.

– ¿Sería justo que tú plantearas un nuevo acertijo? Si nosotros no supiéramos la respuesta estaríamos igualados y sería lógico permitirte la entrada.

-Sería justo. Veamos… – Decidió devolverles la moneda. Les plantearía un acertijo parecido al de ellos, pero aún más evidente. – «Es la reina de los mares, su dentadura es muy buena y por no ir nunca vacía, siempre dicen que va llena».

– ¿Cómo iba a saberlo? – El bosque reía para sus adentros – Me costará mucho tiempo averiguarlo. Pero entra, no te demores más.

Pensó que no le quedaba otra opción y pasó no muy convencido, se preguntó quién le impediría alejarse, se decía que era la ocasión para no volver jamás y cuantos más argumentos se daba y más convincentes eran éstos, más rápido andaba hacia la espesura.

Una vez más se sintió atrapado por la oscuridad y se abandonó a su suerte, perdió toda prevención, ya no le preocupaba tropezar, caer o que las ramas le golpeasen en la cara, era mejor que sus preocupaciones cesasen, los daños físicos dejaron de importarle.

Despertó empapado en sudor, le costaba respirar y no podía dejar atrás un sentimiento de culpabilidad muy hondo. Así estuvo deprimido durante una semana en la que no asistió a las clases y se encerró en su habitación. Sus padres no insistieron para que bajase a comer y estar con ellos. Él se lo agradeció, habían sabido ver que no era buena compañía en esos momentos.

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